lunes, 21 de noviembre de 2016

Recuerdos del 2016: Carlos Benavides Vacas

Comenzamos la semana y con ella, un nuevo, bonito y emotivo recuerdo del Lunes Santo. Gracias Carlos por compartir tus vivencias con nosotros. 

Podría empezar este artículo de varias maneras, os podría contar multitud de historias y anécdotas alrededor de la cuadrilla a la que pertenezco desde finales del año 2008, siendo en la Semana Santa de 2009 nuestra primera salida procesional, pero no acabaría o se haría demasiado largo, así que me ciño a lo que me han pedido, mi vivencia del Lunes Santo.
Un Lunes Santo, es aquel día en el que todo es diferente, ese día que llevas esperando todo un año, ese día que te despiertas de los nervios y con una sonrisa en la cara como un niño el día de Reyes.
Las sensaciones que siento no se pueden explicar con palabras, considero que ser costalero del Señor de la Salud es un privilegio, el sitio más bonito de la Cofradía, ser los pies de mi Cristo es algo único y si es con todos mis hermanos de la cuadrilla más aún, si cabe.

No puedo estar quieto en todo el día, apenas tengo apetito para poder comer, me acerco por la mañana a la Iglesia de Santo Domingo para volver a verlo, a él y a su madre de la Estrella, y ver como las caras de los hermanos, fieles, devotos o incluso de los propios turistas,  estos últimos se quedan sorprendidos y maravillados tanto por la calidad y belleza de la Imagen, como por la magnitud y dimensiones del paso y suelen preguntar: ¿Y de verdad este paso sale por esa puerta...?.

Llega la hora de la siesta y preparo toda mi ropa para la procesión, no puedo ni descansar diez minutos cuando ya estoy deseando que lleguen las seis y quedar con mi cuadrilla para hacer una nueva convivencia en algún bar cercano de la Iglesia, compartir emociones, sentimientos y risas, ahí se ve Hermandad y eso en esta Cofradía, sobra.

Llega la hora de la verdad, las siete de la tarde, nos dirigimos hacia la Iglesia y comienzas a ver las caras de los niños de nerviosismo e ilusión, los nazarenos preparándose en el claustro, los acólitos cuidando de todo detalle y a los miembros de la Junta de Gobierno de un lado para otro para que este todo apunto y no falte nada, son momentos de nerviosismo pero a la vez de agradecimiento a nuestros Titulares por volver a reencontrarnos un año más y ver como cada semana Santa aumentamos el número de hermanos que participan en el desfile.

Los relojes marcan las siete y cuarenta y cinco, ha llegado el momento de meterse debajo del paso, se para el tiempo, afloran los sentimientos y comienzas a rezar íntimamente al Señor por todos los tuyos, por los que tienes alrededor y por toda la Cofradía en general, mientras el Mayordomo sube al altar para desear a todos una buena procesión, se escuchan a lo lejos como se acercan los magníficos sones de La Expiración, y rezando junto a nuestro Director Espiritual y tras un rato de abrazos y ánimos se escuchan las palabras que hace que te pongan el vello de punta: 
- ¡Diputado Mayor de Gobierno!, que se abran las puertas del cielo, ¡Que salga el Señor de la Salud!.

Todo está listo, consumado...suena un martillo, se escucha la voz de mi capataz, todo comienza y acaba al mismo tiempo... ¡A ESTA ES!






Carlos David Benavides Vacas, costalero de Nuestro Padre Jesús de la Salud, Cáceres